El Azúcar y la Enfermedad
Una de las cosas a las que me resistía a creer, es que, bajo la fachada de algo bondadoso, encontré que el principal enemigo de nuestra salud, se encontraba en nuestras propias narices, y que aún hoy, la mayoría de las personas lo ignoran o no lo quieren creer, como me pasaba a mi.
La responsable de la mayoría de nuestras enfermedades es el azúcar.
Es uno de los alimentos más estudiados, desde hace más de ochenta años, y con siglos de dolor, que arrastra tras de sí duras historias de esclavitud, sometimiento y muerte que tienen que ver con el azúcar.
Pero aparte de esto, analicemos de forma sencilla, su composición.
El azúcar es una dextrosa, un disacárido, o sea que esta compuesto por dos moléculas; fructosa y glucosa.
El azúcar se saca principalmente de la caña, que es un fruto, que tiene un gran contenido de fructosa en forma de melaza.
La glucosa es utilizada por nuestras células como combustible para producir energía, y la fructosa se almacenará en el hígado y en algunos músculos como reserva energética.
¿Entonces dónde está el problema?
En el abuso que hacemos de este alimento.
Antes que nada, he de decir que nuestro organismo no necesita tanta glucosa para funcionar, a pesar de que son millones de células las que forman nuestro cuerpo, no requerimos más que la suficiente que se saca de los alimentos, sin necesidad de obtenerla del azúcar para tener la energía necesaria, de hecho, un exceso de la misma puede provocar alteraciones del sistema nervioso y finalmente quitarnos energía.
Por lo tanto, la glucosa que nuestro cuerpo necesita se consigue de los carbohidratos compuestos como son los cereales, frutas, verduras y legumbres, y con eso es más que suficiente.
Por lo que un exceso de glucosa es muy perjudicial para nuestro organismo.
ENTENDAMOS POR QUÉ
Toda la combustión de la glucosa se produce dentro de cada una de nuestras células, y requerimos mantener los depósitos completos, para cubrir las necesidades energéticas que demandan las funciones de nuestro organismo, como son; nuestro corazón, nuestro cerebro, nuestra circulación, nuestros pulmones, riñones, etc., que están trabajando de forma imparable, aparte de la actividad física y mental que realizamos todos los días. De ahí que se mida la cantidad de calorías diarias que se necesitan, para tener esas reservas de glucosa en sus limites suficientes para poder funcionar adecuadamente.
EXPLICACIÓN SENCILLA DEL VIAJE DE LA GLUCOSA
Cuando nuestro cuerpo detecta glucosa en la sangre, hace que el páncreas segregue insulina, la cual se adherirá a las moléculas de glucosa. La insulina servirá como llave para atravesar la membrana celular y poder depositarse en el citoplasma, esperando ser utilizada por la mitocondria para transformarla en energía.
Cada célula tiene unas cerraduras especiales, que sólo pueden ser abiertas por la insulina. Cuando las células llenan su deposito de glucosa, las cerraduras se cierran para no dejar pasar más combustible, así que, el resto de la glucosa con insulina que no se consume, se envía al hígado en donde se transformará en grasa, para ser acumulada entre las viseras.
Cuando tenemos una alimentación sana, el proceso de digestión de los carbohidratos dura 4 horas, en el caso de las grasas 6 horas. En ese tiempo hay un equilibrio entre el consumo y la digestión, que evita los excesos de glucosa insulinada en sangre.
Pero qué sucede si en nuestra dieta incluimos azúcar, en forma de postres, refrescos, chocolates, dulces, etc., en menos de 10 minutos estará en la sangre, saturando rápidamente los depósitos celulares, por lo tanto, cuando llegue la glucosa de la comida, el cuerpo no tendrá forma de utilizarla, así que la pasará al hígado para convertirla en grasa de reserva. dicho de otra forma sobrepeso y obesidad.
RESISTENCIA A LA INSULINA
Cuando las células del cuerpo se saturan constantemente con exceso de glucosa, las cerraduras que se abren con la insulina, se cerraran permanentemente, como mecanismo de defensa, para evitar cualquier saturación innecesaria de combustible, a esto se le llama resistencia a la insulina.
La grasa visceral, tan peligrosa en los casos de obesidad, es en un gran porcentaje grasa hormonada por la insulina, que, si se mantiene mucho tiempo en el organismo, va a ser muy difícil que la utilice el cuerpo, ya que tendría que invertir mucha energía para transformarla nuevamente en glucosa.
Si aún no hay una resistencia a la insulina, pero empieza a haber sobrepeso, con una alimentación sana y equilibrada, eliminando toda la azúcar, el cuerpo poco a poco irá consumiendo las reservas de grasa visceral.
¿Entonces dónde está la trampa?
Nos han intentado distraer en culpar a las grasas de los alimentos como los responsables de la obesidad. Aunque las grasas aportan el doble de calorías que los carbohidratos, también es verdad que la leptina, la hormona de la saciedad, actúa haciéndonos sentir rápidamente saciados. Las grasas tieneN otra ruta metabólica y muchas más funciones en nuestro organismo, por lo tanto, es falso decir que son las grasas las que nos engordan.
Ahora bien mucho ojo con los alimentos trampa con 0% de grasa.